miércoles, 14 de noviembre de 2007

San Manuel Bueno, Mártir



Hoy he podido asistir a una gran - digo gran como diminutivo de grande en el sentido más adjetivo - y sublime charla sobre el libro con el título en cuestión del artículo a cargo de la fundación universitaria que dirige mi querido y bienamado exprofesor Amancio Labandeira. Al margen del posible apelativo que me podrían hacer recaer algunos amigos - que vendría a ser pelota - diré en mi defensa que ha sido toda una experiencia llena de aprendizaje cultural, y entiéndase también literario, del que me ayudaré de ahora en adelante para con mi vida académica y vital (valga la redundancia).

Nada más haber salido de las conferencia he pensado fumar un cigarro con también mi bienamada compañera, y amiga (buenas noches Sara!), a lo que se me ha respondido: "Pues yo de lo que tengo ganas es de leer el libro". Creo que esa ha sido la mejor idea que he escuchado en los últimos días.

Así pues después de haber pasado la noche alternando español, francés e inglés mientras degustaba un sabroso café con leche y algunas dosis de canela (no se me olvida el tabaco) disfrutado, cómo no, en compañía extranjera (hola Cécile!) decidí encaminarme a mi piso madrileño y degustar una obra sublime; sí, San Manuel Bueno, Mártir.

La edición que tengo en mis manos data de los años sesenta, Colección Austral, no cuenta con estudios preliminares ni notas a pie de página; también viene acompañada de tres novelas y no nivolas del también autor Miguel de Unamuno, así como de prólogos hechos por el mismo. ¡Bienvenido sea cualquier escrito de mi bienquerido, dobleplusbueno si puedo decirlo, escritor!

Pero centrémonos en el la novela corta. Nada más comenzar la lectura (son unas cincuenta y nueve apasionantes páginas) determiné terminar y finiquitar el libro en la misma noche, cosa de la que no podría arrepentirme, además quedé sorprendido, y prendado, de lo magnífica, leve, sublime, y profunda pluma del autor.

Ya que no quiero novelar la novela, mucho menos narrarla, me ahorraré el análisis y las impresiones y os dejaré a vosotros, escasos y muy queridos lectores, el ánimo de leer esas escasas páginas. En un futuro (aventúrome al decir dos semanas) dejaré a vuestra disposición varias preguntas surgidas de mi introspección literaria.

Por ahora las palabras sobran, lean ustedes, lean.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Deberías leer a simenón.

El escritor belga más follador de la historia, y probablemente el más prolijo.

Tenía una novela llamada "Cécile ha muerto".

hahaha oh wow.

que coño, soy hal, pero esto no funciona.

De Olmedo dijo...

No te digo que no lo leeré, lo añado a mi lista de lectura pendiente.

Gaspar Duarte dijo...

Novela breve e intensa donde las haya. Recuerdo que ya el año pasado mi profesor-concejal de Historia de la Filosofía ya hacía referencias a la misma. ¿Un cura que pierde pero quiere tener fe? ¡Wow! ¡Es cuasiactual!

Habrá que leerla :)

Pablo Otero dijo...

Pues a mi me la dieron a leer en filosofia y eso que estudié en un colegio de jesuitas.

Está bien, de hecho, cuando la leí por primera vez, me encantó. Ahora que me convertí al catolicismo veo que no es para tirar cohetes.